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sábado, 19 de febrero de 2022

Extraño caos


Hay en ese extraño caos que llamamos la vida algunas circunstancias y momentos absurdos en los cuales tomamos el universo todo por una inmensa broma pesada, aunque no logremos percibir con claridad en qué consiste su gracia y sospechemos que nosotros mismos somos las víctimas de la burla. Sin embargo, nada nos desalienta, nada nos parece digno de disensión. Engullimos todos los acontecimientos, todos los cultos, todas las creencias y persuasiones, todas las cosas difíciles, visibles e invisibles, por indigestas que sean, como un avestruz de estómago poderoso engulle balas y pedernales. En cuanto a las dificultades y preocupaciones sin importancia, las perspectivas de ruina imprevista, los riesgos de la vida y el cuerpo, todo eso, incluso la muerte misma, nos parecen golpes ingeniosos y sin mala intención, alegres puñetazos en los costados que nos da el invisible y misterioso viejo bromista.

Moby Dick, fragmento, Herman Melville

sábado, 16 de enero de 2021

Escisión



Réquiem, fragmento, Anna Ajmátova

Ya la locura levanta su ala
y cubre la mitad de mi alma, 
me embriaga con el vino que quema
y me atrae al valle sombrío. 

jueves, 15 de octubre de 2020

Meditación de "El loco"




Caminante, son tus huellas
el camino y nada más.
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar. 

Antonio Machado, Proverbios y cantares (XXIX). 

miércoles, 14 de octubre de 2020

Le Mat (El Loco)

 



"Desde pequeño llevaba consigo un gran secreto bien escondido. Como si sintiera que algo no andaba bien en él en cuanto a ser humano. Era, pues, natural, que quisiera cambiarlo. Lo quería a hurtadillas, con todas sus fuerzas, avergonzándose un poco de este deseo como de una vida indecente. El deseo se parecía a una punzada de hambre que aúlla como un dolor bajo el corazón, o a un dolor pequeño que se despierta como el hambre en el alma. No se acordaba exactamente de cuándo había brotado en él esa velada ansia por el cambio en forma de una tenue fuerza incorpórea. Era como si se hubiera acostado con las puntas de los dedos pulgar y corazón juntas, y al vencerle el sueño, su mano hubiera caído de la cama y los dedos se hubieran abierto. Entonces se había despertado, sobresaltado, como si hubiera soltado algo. En verdad, se había soltado a sí mismo. Y el deseo estaba allí. Terrible, implacable deseo, tan fuerte que, bajo su peso, empezó a cojear del pie derecho... Otras veces le parecía que se había encontrado el alma de alguien revolcándose en su plato lleno de repollo y se la había zampado.

 

Así germinó en él ese algo misterioso y poderoso. (...)"


El último amor en Constantinopla. Una novela para la adivinación. Milorad Pavic. (1994) Ed. AKAL