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sábado, 8 de mayo de 2021

Comienzo a cantar hoy


Me celebro y me canto a mí mismo, de Walt Whitman, paráfrasis de León Felipe.

Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago… e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que me muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es mi misión y no lo olvidaré;
que nadie lo olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de par en par las puertas a la energía original de la naturaleza desenfrenada.

La pregunta triste

 


¡Oh yo, vida !, de Walt Whitman

¡Oh, yo! ¡Oh, vida!
De sus preguntas que vuelven,
del desfile interminable de los desleales,
de las ciudades llenas de necios,
de mí mismo que me reprocho siempre (pues, ¿quién es más necio que yo, ni más desleal?),
De los ojos que en vano ansían la luz,
de los objetos despreciables,
de la lucha siempre renovada,
de lo malos resultados de todo,
de las multitudes afanosas y sórdidas que me rodean,
de los años vacíos e inútiles de los demás,
yo entrelazado con los demás.

La pregunta , ¡Oh, yo !,
la pregunta triste que vuelve:
¿Qué de bueno hay en medio de estas cosas,
Oh, yo, Oh, vida?

Respuesta:

Que estás aquí - que existe la vida y la identidad.
Que prosigue el poderoso drama, y ​​que
puedes contribuir con un verso.

Filamentos de mí

 


Una araña paciente y silenciosa, de Walt Whitman

Una araña paciente y silenciosa,
vi en el pequeño promontorio en que
sola se hallaba,
vi cómo para explorar el vasto
espacio vacío circundante,
lanzaba, uno tras otro, filamentos,
filamentos, filamentos de sí misma.

Y tú, alma mía, allí donde te encuentras,
circundada, apartada,
en inmensurables océanos de espacio,
meditando, aventurándote, arrojándote,
buscando sin cesar las esferas
para conectarlas,
hasta que se tienda el puente que precisas,
hasta que el ancla dúctil quede asida,
hasta que la telaraña que tú emites
prenda en algún sitio, oh alma mía.