Así pues, practica día y noche estas enseñanzas contigo mismo y con alguno semejante a ti, y jamás, ni en la vida real ni en los sueños, estarás preocupado, sino que vivirás como un dios entre los hombres.
Las aventuras de Tom Sawyer, cap. 2, fragmento. Marc Twain
Tom se decía que, después de todo, el mundo no era un páramo. Había descubierto, sin darse cuenta, uno de los principios fundamentales de la conducta humana, a saber: que para que alguien, hombre o muchacho, anhele alguna cosa, sólo es necesario hacerla difícil de conseguir. Si hubiera sido un eximio y agudo filósofo, como el autor de este libro, hubiera comprendido entonces que el trabajo consiste en lo que estamos obligados a hacer, sea lo que sea, y que el juego consiste en aquello a lo que no se nos obliga. Y esto le ayudaría a entender por qué confeccionar flores artificiales o andar en el treadmill es trabajo, mientras que jugar a los bolos o escalar el Mont Blanc no es más que divertimiento. Hay en Inglaterra caballeros opulentos que durante el verano guían las diligencias de cuatro caballos y hacen el servicio diario de veinte o treinta millas porque el hacerlo les cuesta mucho dinero; pero si se les ofreciera un salario por su tarea, eso la convertiría en trabajo, y entonces dimitirían.
Assegut en un tren miro el paisatge i de sobte, fugaç, passa una vinya que és el llampec d’alguna veritat. Seria un error baixar del tren perquè llavors la vinya desapareixeria. Estimar és un lloc, i sempre hi ha una cosa que m’ho desvela: un terrat llunyà, aquella estrada buida d’un director d’orquestra, només amb una rosa, i els músics tocant sols. La teva cambra quan s’alçava el dia. Per descomptat, el cant d’aquells ocells al cementiri, un matí de juny. Estimar és un lloc. Perdura al fons de tot: d’allí venim. I és el lloc on va quedant la vida.
Olvidarse de vivir. Mirar hacia otra parte. O no mirar hacia ninguna. Hay un momento de la noche o el día en que hasta el agua se abstiene de todos sus reflejos. Olvidarnos de vivir tal vez nos permita olvidarnos de morir.
¡Oh, yo! ¡Oh, vida! De sus preguntas que vuelven, del desfile interminable de los desleales, de las ciudades llenas de necios, de mí mismo que me reprocho siempre (pues, ¿quién es más necio que yo, ni más desleal?), De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos despreciables, de la lucha siempre renovada, de lo malos resultados de todo, de las multitudes afanosas y sórdidas que me rodean, de los años vacíos e inútiles de los demás, yo entrelazado con los demás.
La pregunta , ¡Oh, yo !, la pregunta triste que vuelve: ¿Qué de bueno hay en medio de estas cosas, Oh, yo, Oh, vida?
Respuesta:
Que estás aquí - que existe la vida y la identidad. Que prosigue el poderoso drama, y que puedes contribuir con un verso.
Qué les queda por probar a los jóvenes, de Mario Benedetti
¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de paciencia y asco? ¿Sólo grafitti? ¿Roca? ¿Escepticismo? También les queda sin decir amén ninguna dejar que les maten el amor, recuperar el habla y la utopía. Ser jóvenes sin prisa y con memoria situarse en una historia que es suya sin convertirse en viejos prematuros.
¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de rutina y ruina? ¿Cocaína? ¿Cerveza? ¿Barras bravas? Les queda respirar / abrir los ojos descubrir las raíces del horror inventar paz así sea a ponchazos entenderse con la naturaleza y con la lluvia y los relámpagos y con el sentimiento y con la muerte esa loca de atar y desatar.
¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de consumo y humo? ¿Vértigo? ¿Asaltos? ¿Discotecas? También les queda discutir con dios tanto si existe como si no existe tender manos que ayudan / abrir puertas entre el corazón propio y el ajeno / sobre todo les queda hacer futuro a pesar de los ruines de pasado y los sabios granujas del presente.
Dos caminos se abrían en un bosque amarillo, y triste por no poder caminar por los dos, y por ser un viajero tan solo, un largo rato me detuve, y puse la vista en uno de ellos hasta donde al torcer se perdía en la maleza.
Después pasé al siguiente, tan bueno como el otro, posiblemente la elección más adecuada pues lo cubría la hierba y pedía ser usado; aunque hasta allí lo mismo a cada uno los había gastado el pasar de la gente,
y ambos por igual los cubría esa mañana una capa de hojas que nadie había pisado. ¡Ah! ¡El primero dejé mejor para otro día! Aunque tal y como un paso aventura el siguiente, dudé si alguna vez volvería a aquel lugar.
Seguramente esto lo diré entre suspiros en algún momento dentro de años y años dos caminos se abrían en un bosque, elegí… elegí el menos transitado de ambos, Y eso supuso toda la diferencia.
Morí por la Belleza, pero apenas pude acostumbrarme a mi tumba, uno que murió por la Verdad se instaló en el cuarto contiguo. Me preguntó suavemente por qué caí. «Por la Belleza», respondí. «Yo por la Verdad, y ambas son una, por lo que somos hermanos», dijo él. Y así, como parientes reunidos en la noche, hablamos de un cuarto al otro hasta que el musgo alcanzó nuestros labios y cubrió nuestros nombres.
Rainer, quiero encontrarme contigo, quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir. Simplemente dormir. Y nada más. No, algo más: hundir la cabeza en tu hombro izquierdo y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, y nada más. No, algo más: aún en el sueño más profundo, saber que eres tú. Y más aún: oír el sonido de tu corazón. Y besarlo.
"Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas , y entro en los hospitales, y entro en los algodones como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos de los que han revolcado su estatua por el lodo. Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos, de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida. "