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domingo, 5 de junio de 2022

Paisajismo



Pero no debemos engañarnos. Nuestro amor al campo es una mera afición al paisaje, a la Naturaleza como espectáculo. Nada menos campesino y, si me apuráis, menos natural que un paisajista. Después de Juan Jacobo Rousseau, el ginebrino, espíritu ahito de ciudadanía, la emoción campesina, la mucha geoórgica, de tierra que se labra, la virgiliana y la de nuestro gran Lope de Vega, todavía, ha desaparecido. El campo para el arte moderno es una invención de la ciudad, una creación del tedio urbano y del terror creciente a las aglomeraciones humanas.
¿Amor a la Naturaleza? Según se mire. El hombre moderno busca en el campo la soledad, cosa muy poco natural.Alguien dirá que se busca a sí mismo.Pero lo natural en el hombre es buscarse en su vecino, en su prójimo, como dice Unamuno, el joven y sabio rector de Salamanca. Más bien creo yo que el hombre moderno huye de sí mismo, hacia las plantas y las piedras, por odio a su propia animalidad, que la ciudad exalta y corrompe. Los médicos dicen, más sencillamente, que busca la salud, lo cual, bien entendido, es indudable.
***
Pero a quien el campo dicta su mejor lección es al poeta. Porque, en la gran sinfonía campesina, el poeta intuye ritmos que no se acuerdan con el fluir de su propia sangre, y que son, en general, más lentos. Es la calma, la poca prisa del campo, donde domina el elemento planetario, de gran enseñanza para el poeta.Además, el campo le obliga a sentir las distancias –no a medirlas- ya buscarles una expresión temporal, como, por ejemplo:
el día dormido de cerro en cerro y sombra en sombra yace, que dice Góngora, el bueno, nada gongorino, el buen poeta que lleva dentro el gran pedante cordobés.

***

Tampoco hemos de olvidar la lección del campo para nuestro amor propio. Es en la soledad campesina donde el hombre deja de vivir entre espejos. Cierto que a un solipsismo bien entendido la apariencia de nuestro prójimo no debe inquietar, pues ella va englobada en nuestra mónada. Pero, probablemente, nos inquieta, es una representación inquietante. ¡tantos ojos como nos miran, y que no serían ojos si no nos viesen! Mas todos ellos se han quedado lejos. ¡Y esos magníficos pinares, y esos montes de piedra, que nada saben de nosotros, por mucho que nosotros sepamos de ellos! Esto tiene su encanto, aunque sea también grave motivo de angustia.

Juan de Mairena (Antonio Machado)

Hábitos




Para crear hábitos saludables –añadía-, que nos acompañen toda la vida, no hay peor camino que el de la gimnasia y los deportes, que son ejercicios mecanizados, en cierto sentido abstractos, desintegrados, tanto de la vida animal como de la ciudadana. Aun suponiendo que estos ejercicios sean saludables –y es mucho suponer-, nunca han de sernos de gran provecho, porque no es fácil que nos acompañen sino durante algunos años de nuestra efímera existencia. Si lográsemos, en cambio, despertar en el niño el amor a la naturaleza, que se deleita en contemplarla, o la curiosidad por ella, que se empeña en observarla y conocerla, tendremos más tarde hombres maduros y ancianos venerables, capaces de atravesar la sierra de Guadarrama en los días más crudos del invierno, ya por deseo de recrearse en el espectáculo de los pinos y de los montes, ya movidos por el afán científico de estudiar la estructura y composición de las piedras o de encontrar una nueva especie de lagartijas . 

Juan de Mairena (Antonio Machado)

martes, 25 de mayo de 2021

Y primero fue el agua

Creación, de Dulce Maria Loinaz

Y primero era el agua:
un agua ronca,
sin respirar de peces, sin orillas
que la apretaran…
Era el agua primero,
sobre un mundo naciendo de la mano de Dios…
Era el agua…
Todavía
la tierra no asomaba entre las olas,
todavía la tierra
sólo era un fango blando y tembloroso…
No había flor de lunas ni racimos
de islas… En el vientre
del agua joven se gestaban continentes…
¡Amanecer del mundo, despertar
del mundo!
¡Qué apagar de fuegos últimos!
¡Qué mar en llamas bajo el cielo negro!
Era primero el agua.

jueves, 20 de mayo de 2021

Temblar




Agua, dónde vas?, de Federico Garcia Lorca

Agua, ¿dónde vas?

Riendo voy por el río a las orillas del mar.

Mar, ¿adónde vas?

Río arriba voy buscando fuente donde descansar.

Chopo, y tú ¿qué harás?

No quiero decirte nada. Yo…, ¡temblar!

¿Qué deseo, qué no deseo, por el río y por la mar?

Cuatro pájaros sin rumbo en el alto chopo están.

domingo, 16 de mayo de 2021

Borrado


El mundo es el segundo término, de Roberto Juarroz

El mundo es el segundo término
de una metáfora incompleta,
una comparación
cuyo primer elemento se ha perdido.

¿Dónde está lo que era como el mundo?
¿Se fugó de la frase
o lo borramos?

¿O acaso la metáfora
estuvo siempre trunca?


Deliberadamente



Arte poética, de Gloria Fuertes

Escribo como escribo,
a veces deliberadamente mal,
para que os llegue bien.


Hecho de vida




"Poco a poco se fue formando ese hecho de vida que es escribir hasta que sentí que la poesía era un poco fláccida, repetitiva, aún en los grandes poetas, con zonas en las cuales cedía la tensión interior, ese rango de intensidad que para mí tiene siempre el poema. Eso me llevó a concebir una poesía más ceñida, más estricta o rigurosa, en donde cada elemento fuera irreemplazable. La inclinación fue la de recoger de las situaciones extremas eso que llevamos escondido en nuestro silencio, lo que barajamos y pocas veces decimos.

Para eso necesité un tipo de lenguaje diferente que dejara de lado lo que las palabras tienen de ornamento, de euforia. Una forma de expresión que penetrase en las zonas aparentemente prohibidas. Zonas que mucha gente se veda a sí misma por temor "

Roberto Juarroz, Conferencia en Montevideo, fragmento, 1995