Mostrando entradas con la etiqueta misterio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta misterio. Mostrar todas las entradas

domingo, 16 de mayo de 2021

Nuestro propio corazón

 



Duodécima poesía vertical, poema 77, Roberto Juarroz

El misterio no tiene dos extremos:
tiene uno.
El único extremo del misterio está en el centro
de nuestro propio corazón.
Sin embargo,
no dejaremos nunca de buscar el otro extremo,
el extremo que no existe.

martes, 27 de abril de 2021

Claridad


Séptima Poesía Vertical, de Roberto Juarroz

Un misterio cuyo mayor misterio sea su claridad.
Un misterio que consista en mostrarse.

Un misterio que desnude la palabra del hombre
hasta volverla un perfil de roca en el silencio.
Un misterio al que haya que acostumbrarse
como un ojo a una nueva forma de la luz.

Y entonces,
plantar allí los últimos jirones,
los jirones que engendran su propio viento
para poder flamear donde todo termina,
donde sólo es posible
la suprema claridad del misterio
.

lunes, 7 de diciembre de 2020

Los elefantes




¿Por qué debería el sueño ser más misterioso que una mesa? ¿Por qué no pueden ser ambas cosas igual de enigmáticas?

Ludwig Wittgenstein

jueves, 8 de octubre de 2020

Completo





Nada está completo sin su sombra


Pedro Salinas, "La realidad y el poeta en la poesía española", 1940. 



miércoles, 7 de octubre de 2020

Tiembla




El agua que está en la alberca

El agua que está en la alberca
y el verde chopo son novios
y se miran todo el día
el uno al otro.
En las tardes otoñales,
cuando hace viento, se enfadan:
el agua mueve sus ondas,
el chopo sus ramas;
las inquietudes del árbol
en la alberca se confunden
con inquietudes de agua.
Ahora que es la primavera,
vuelve el cariño; se pasan
toda la tarde besándose
silenciosamente. Pero
un pajarillo que baja
desde el chopo a beber agua,
turba la serenidad
del beso con temblor vago.
Y el alma del chopo tiembla
dentro del alma del agua.

Pedro Salinas, de "Presagios"

Beso te doy, no claridades





Agua en la noche, de Pedro Salinas

Agua en la noche, serpiente indecisa,
silbo menor y rumbo ignorado:
¿Qué día nieve, qué día mar? 
¿Qué día nube, eco
de ti y cauce seco?
Dime.


—No lo diré: entre tus labios me tienes,
beso te doy, pero no claridades.
Que compasiones nocturnas te basten
y lo demás a las sombras
déjaselo, porque yo he sido hecha
para la sed de los labios que nunca preguntan.