Extraña hermana las brujas negras saben que el terror no está en la luna coreografiando danzas de lobizonas y que el terror no está en la escoba balanceándose al murmullo de la música gatuna, ni en la cara salvaje del reloj que sonríe desde la pared.
El terror está en el rosado ordinario en la ventana y en los cercos, morales como el fuego y en la cara ordinaria de la mujer blanca que nos mira mientras amasa a golpes el pan de cada día.