La calidad de la luz con la que analizamos nuestras vidas tiene un impacto directo en lo que vivimos. En esa luz se forman nuestras ideas. Eso es lo poético, entendido como iluminación. Por eso debemos aprender a respetar nuestros sentimientos y trasladarlos a un lenguaje en el que pueden ser compartidos.
Los padres blancos nos dicen: pienso, luego existo. Pero la madre negra que llevamos dentro -la poeta- nos susurra en nuestros sueños: siento, luego puedo ser libre. La poesía es esa destilación de la experiencia, con la que damos nombre a lo que aún no lo tiene, para poderlo pensar.
Antes de ahora te lo he dicho. Yo nada sé, nada he estudiado, he leído un poco, he sentido bastante, y he pensado mucho, aunque no acertaré a decir si bien o mal. Como sólo de lo que he sentido y pensado he de hablarte, te bastará sentir y pensar para comprenderme.
Cartas literarias a una mujer, Gustavo Adolfo Bécquer
Fluyo, fluyo como arena que corre entre los dedos. Tengo tantos sentidos, de repente, sedientos todos ellos, de diversas maneras. Siento que en cien lugares se me inflama y me duele. Sobre todo en mitad del corazón.